Los propósitos de año nuevo de los grandes del dinero
2020 es un año histórico en la batalla contra el cambio climático, pues los firmantes del Acuerdo de París acordaron revisar sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas para fin de año. Sin embargo, es bien sabido que los gobiernos por sí solos no pueden tener éxito en la lucha contra el cambio climático, por lo que tanto el Manifiesto de Davos como las cartas de Larry Fink fueron bienvenidos como propósitos de Año Nuevo.
Primero lo primero: qué es qué y por qué es relevante
El Foro Económico Mundial de Davos ha tenido como objetivo reunir a gobiernos, corporaciones globales, académicos, activistas y líderes de la sociedad civil para discutir los problemas apremiantes de nuestra sociedad bajo la teoría del capitalismo de los interesados para mejorar el estado del mundo. Este año, actualizó su Manifiesto para incluir compromisos ambientales, sociales y de buena gobernanza. Si bien el cambio climático y los problemas sociales han estado al frente y al centro de la agenda durante varios años, las promesas que acompañan al Manifiesto de cultivar, restaurar y conservar 1 billón de árboles y dotar de mejores empleos, educación y habilidades a mil millones de personas para 2030 son iniciativas enfocadas en resultados a las cuales los más de 3,000 participantes de Davos pueden contribuir desde cada una de sus trincheras.
Todos los años, el CEO de BlackRock, Larry Fink, escribe un par de cartas que se han convertido en la guía anual de los mercados financieros. Las cartas de este año (una para los CEO y otra para los accionistas) hicieron mucho ruido porque no sólo ponen el cambio climático al frente y al centro de la conversación financiera de las empresas, sino que, al pedirles que se adhieran a los estándares TFCD y SASB, los obliga a incluir cuestiones climáticas y sociales en sus ecuaciones de riesgo. También hicieron olas porque hacen más que “invertir la retórica a la causa” (una crítica frecuente de las cartas de años anteriores) al reconocer que hay mucho espacio para que los administradores de activos (incluido BlackRock) pueden jugar un papel importante y describen un conjunto de acciones específicas para “poner su dinero (~ 7 billones de dólares, para ser precisos) donde está su boca”.
¿Y ahora?
Si bien ambos eventos representan pasos grandes e importantes para dirigir las inversiones hacia un futuro más sostenible, están lejos de ser suficientes. Primero, es bueno hablar del tema y adoptar un par de proyectos, pero sin un compromiso vinculante con objetivos claros y medibles, el capitalismo de las partes interesadas no pasará de ser una moda y ya.
En segundo lugar, debemos entender la diferencia entre “no hacer daño” (por ejemplo, desinvirtiendo de las compañías de combustibles fósiles) e invertir en soluciones. Hace mucho que dejamos atrás el momento en el que con contaminar menos sería suficiente para mantenernos en el camino para evitar las consecuencias más catastróficas del cambio climático.
En tercer lugar, debemos invertir en la transición hacia una economía circular. Los mercados financieros rara vez son los únicos impulsores del tipo de innovación que se requiere. Deberíamos cerrar la brecha entre los esfuerzos de los gobiernos, los mercados financieros, las empresas y las organizaciones sociales para hacerlo bien y debemos hacerlo ya. Nos estamos quedando sin tiempo.